Alejandro José Gallard Prio – domingo, 23 de marzo del 2014.
En los viajes, si quieres gozar, hay que ser curioso, conversador y por sobré todo, simpático. Lo de gruñón no ayuda en nada.
La salida de TRANSNICA de Managua, Nicaragua, en el autobús clase ejecutiva fue puntual, 1:00pm. A los 55 minutos de rodar, llegamos a la ciudad de Granada, donde salen e ingresan nuevos pasajeros. Al solo recomenzar la gira, te ofrecen bebidas y un almuerzo en un recipiente de compartimentos, estilo picnic, sano, pero incómodo para comer en marcha, sugerimos unos emparedados (Sándwich) y unas bolsitas de platanitos o yuquitas tostadas naturales, producto local o centroamericano, manejable, sabroso y sano.
Al comienzo del viaje te entregan formularios a llenar para el cruce de fronteras y como si no fuesen suficientes, los "celosos" funcionarios de la "Dirección General de Aduanas" de Nicaragua, inventaron otro más para la salida. Un idea tan genial que merecen ser recomendados para el recién creado, "Premio Güegüense", que se otorga a quienes se distinguen por burlarse de la ciudadanía y de las leyes, con regulaciones innecesarias y perjudiciales para la imagen del país, ya otorgado, por ejemplo, a la policía de Nicaragua por decomisar licencias de conducir por faltas menores, la mayoría de las veces inventadas por ellos.
El trayecto Managua - Peñas Blancas (punto fronterizo) en ese vetusto, pero confortable Bus, toma dos horas y media. Al llegar, tienes que salir del coche y exponerte al desolador, caliente, polvoriento y árido paraje. Si caminas al edificio donde están las tiendas de zona libre, puedes encontrar espacio en un par de bancas polvosas. Entre todo esto, hay un galerón, donde están los mini comerciantes, incluso los cambistas.
El eficiente edecán del bus que previamente ha recolectado los pasaportes y documentos los lleva a procesar, en 25 minutos el oficial de migración hace entrega individual de los pasaportes llamando por nombres desde la puerta del vehículo, y nos apresta a abordar. Si no fuese por la falta de comodidad, el procedimiento merece un Bravo!
Al cabo de unos tres minutos, llegamos a suelo costarricense. Allí, hay que bajar con documentos en mano, presentarlos al agente de Migración, quien es cortes y amable, después tienes que volver donde ya han colocado las maletas y con ella a mano, hacer línea para la inspección de aduanas. Allí, padecen de la misma enfermedad de prepotencia y lastimosamente, presenciamos como manosearon las maletas de un par de viajeros, lo cual no va con la tradicional cultura del tico. Con tantas facilidades (equipos, etc.) que les proporciona la ciencia, no vemos la razón de este espectáculo, ya que esos aparatos detectan cualquier artículo o material prohibido que pudiera llevar un ciudadano en una o dos maletas, aparte de que es costumbre cuando se viaja, llevar regalos para la familia o amigos.
Una hora más de viaje y llegamos a la capital de la provincia de Guanacaste, verdadera meca del turismo de playa costarricense. En el trayecto el conductor se detiene en la carretera en una garita para que ingrese un policía que solicita ver los pasaportes nuevamente, el proceso es rápido y cortes, aunque irrelevante, ya que viajamos con una empresa responsable, que no va a poner en riesgo sus credibilidad, por transportar ilegales.
En Liberia no hay terminal, uno bajá en la carretera y allí hay un taxista, cuya credencial es ser amigo o conocido del conductor y del edecán del bus, quien te ofrece llevar a tu hotel, en nuestro caso el "Western El Sitio", a un par de manzanas del lugar. El cobro fue de cinco dólares, aunque se conforma con cuatro.
El Hotel es amplio y limpio y el encargado de la recepción, amable. Nuestro propósito era encontrarnos allí con los familiares que llegaban el siguiente día, al aeropuerto internacional de Liberia, en vuelo directo desde New York, y seguir con ellos al Resort que WESTIN opera en el bello litoral "Playa Conchal" del Pacífico costarricense, el Hotel, lugar adecuado.
Queda pendiente la estadía en el Westin para un Archivo próximo, por ahora me honro en citar a un amigo, cuya vida, antes de ingresar al apostolado de Jesús, fue dedicada a organizar viajes alrededor del mundo. Se trata del Padre Bill Muñiz, sacerdote con olor a ovejas, como dice Papa Francisco, quien aún jubilado, dedica su vida a servir al prójimo:
"Solo viajando, atreviéndonos, lanzándonos al mundo donde habitan, viven y se eternizan en su cultura y tradición otros miembros de la raza humana como nosotros, sean estos de diferente dermis, es que el hombre puede entender el mundo en que nacimos, vivimos y llegamos al final de la historia" y continúa diciéndonos "sigo creyendo que él VIAJAR ES EL POSTRE QUE DIOS NOS DA para saborear el mundo que nos regaló, para vivirlo, conocerlo, disfrutarlo, entenderlo y tratar de componerlo con amor, caminando hacia el final del TUNEL DE LA VITA TERRENIS con algún entendimiento que fuimos hechos 'dioses' y terminamos 'diábolos'. PAZ Y BIEN"
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