La crónica confirma que en 1925 el entonces Rey de Inglaterra, Eduardo VII -aquel que abdicó por amor a su adorada Wallis Simpson- pasó una temporada en él, tocó el laúd , probó las exquisitas carnes argentinas y quedó maravillado con la arquitectura y el confort del palacio de la Familia Ortiz Basualdo. Por lo bajo, las versiones que llegan de boca en boca, aseguran también que todavía están a la vista las huellas de los habanos que apagó en los suelos de madera de roble de eslavonia. Lo cierto es que esta joya arquitectónica que da fin a la calle Alvear -ahí donde comienza Cerrito- sigue causando admiración en quienes tienen la posibilidad de visitarlo.
Y esto sucede una vez al año, en el 3er fin de semana de setiembre cuando la Embajada de Francia, propietaria desde el año 1939, se pliega desde Buenos Aires a las Jornadas Europeas del Patrimonio que posibilita el descubrimiento de los más hermosos edificios públicos y privados y que se desarrolla al mismo tiempo en Francia y en 49 países europeos.
La representación de Francia en Buenos Aires se asocia también a este acontecimiento y propone una interesante visita en compañía de los guías del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
La construcción del Palacio Ortiz Basualdo, concebido en 1912 por el arquitecto francés Paul Pater, a quién se le debe en particular el magnífico edificio que alberga actualmente al Museo de Arte Tigre, fue terminado en 1918.
Francia, propietaria del Palacio desde 1939 lo constituyó como sede de su embajada en Buenos Aires. Sin embargo, este importante monumento del patrimonio de Buenos Aires estuvo en riesgo de ser destruido, al igual que otras edificaciones vecinas, hacia fines de los años 70. Solamente el esfuerzo del conjunto de los ciudadanos de Buenos Aires y del gobierno francés permitió salvar el edificio de la demolición.
Ver video o seguir a la nota según referencias aportadas por la Embajada de Francia:
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Al acceder a la residencia se erige un gran vestíbulo circular cuya decoración fue hecha con un magnífico embaldosado de mármoles policromos y paredes revestidas en madera adornadas con pilastras corintias y revela una gran escalera de honor que conduce directamente a los salones del primer piso donde se desarrollará el total de la visita.
El estilo inglés se manifiesta a través de la decoración de la escalera de honor y del hall circular del primer piso, en el que pueden observarse motivos de los siglos XVII y XVIII, tales como la ventana neo-palladiana que ilumina la caja de la escalera, la rampa « Chippendale », los marcos de estilo « Reina Ana », diseñados por la casa de decoración inglesa Waring and Gillow. El pórtico y el cielo raso de la antecámara merecen una mención especial. En la pared del hall circular lucen colgadas reproducciones de cuadros del siglo XVIII, pintadas por el francés Joseph Vernet, que representan puertos de Francia y vistas de Italia. Entre estos cuadros, que son copias, el original de “la entrada del puerto de Marsella” está en el Museo del Louvre. Pero el verdadero hallazgo en la composición de los espacios de este nivel, reflejo del esquema general del edificio, es la serie de salones de gala, todos de excelentes proporciones y lujosamente decorados.
El salón comedor es la pieza que mejor refleja el estilo inglés en el Palacio Basualdo. Imita el comedor del Palacio Real de Oslo, y ha conservado íntegramente su decoración y su mobiliario, inspirados en el barroco inglés (siglos XVII y XVIII). La gran mesa permite recibir a 24 comensales. Es habitualmente utilizado en ocasión de los almuerzos y cenas oficiales de la embajada de Francia. Los cuadros que adornan las paredes son reproducciones de « Naturalezas muertas » del siglo XVII. Sobre la gran consola se observa el busto del Rey de Francia Enrique IV (muerto en 1610). En el extremo del Palacio se encuentra un vasto salón con revestimiento en madera de estilo gótico (Edad Media francesa, siglos XIV- XV). Este salón fue pensado como « Jardín de invierno ». Su luminosidad y su piso de mármol permitían conservar allí plantas y arbustos. Este salón está adornado con cuatro hermosísimos jarrones de porcelana del siglo XIX decorados con escenas de la vida del Emperador Napoleón 1o.
El salón chino es una brillante reproducción de una forma del estilo Luis XV, con motivos chinescos («les chinoiseries») que se utilizaron en la decoración de numerosos palacios y castillos franceses a mediados del siglo XVIII. Este salón, epicentro del edificio y punto de vista privilegiado tanto hacia el exterior como hacia el interior, está organizado alrededor de tres ejes:
El primero, hacia el pequeño palier cuadrado, el hall circular y la escalera de honor; El segundo, hacia el salón de baile, la sala de billar y la biblioteca; el tercero, hacia el comedor y el jardín de invierno
La magnífica sala de baile o salón de honor es una interpretación del estilo Luis XV. La chimenea de mármol blanco, adornada con hermosos bronces cincelados, el gran panel central adornado por una pintura alegórica en el cielo raso y el detalle del medallón del cielo raso con figuras mitológicas, merecen igualmente una mención especial. Son también de gran interés las “boiseries” doradas, decoradas con instrumentos musicales, las arañas y los detalles de hierro forjado de las puertas y ventanas: constituyen destacados ejemplos de la calidad de los artesanos parisinos de comienzos del siglo XX, teniendo en cuenta que todos estos elementos fueron importados de Francia. Sobre la chimenea se ha colocado el busto del Rey de Francia Luis XVI.
La sala de billar o fumadero combina revestimientos de madera y cielo rasos de estilo Tudor, con una gran chimenea de mármoles policromos inspirada en el Renacimiento Francés. Allí pueden observarse reproducciones de antiguos mapas del Río de La Plata, así como los retratos de todos los embajadores franceses que se han sucedido en el Palacio Ortiz Basualdo desde la 2a guerra mundial.
La biblioteca, con su apertura sobre el jardín, es de estilo gótico inglés. Su chimenea está adornada con motivos del «primer Renacimiento».
El Palacio Ortiz Basualdo es un destacado ejemplo de la influencia francesa en la arquitectura argentina. El plano general del edificio es una adaptación del modelo de un palacete francés tradicional, construido en cuatro niveles: el basamento, la planta noble, la planta de habitaciones privadas y la mansarda destinada al personal de servicio. La ausencia de patio de honor o de terraza refuerza la singular simetría del edificio. El elemento más original de este palacio es una alta torre cilíndrica en el ángulo del edificio, coronada por una cúpula recubierta de pizarra. Vista desde el final de la Avenida Alvear, esta construcción resulta de una llamativa elegancia. La decoración interior de la entrada principal, de la escalera de honor y de los salones del primer piso (la planta noble) yuxtapone dos formas muy diferentes del arte decorativo, expresiones del estilo francés y del estilo inglés.